La pieza de mi amigo, el alquimista
me recordó la niñez que compartimos
cuando los sueños de los dos volaban,
tan altos y tan lejos, tan distintos…
Me encontré con la magia de aquel tiempo
y la nostalgia se quedó conmigo
en un siglo vacío de palabras
que solo acompañé con algún libro…
Tiene una cama angosta que le basta
para apoyar ese cansancio desvalido
para nacer tan de frente a la ternura
para morir al desatino del olvido…
Y ya me ves, amigo mío, aquí me tienes
escribiendo para vos, este latido
frente a un jardín de nubes, que presagian
un verso enamorado en mi destino…
Este destino de viento, y de quimeras
que acompaña el amor, de un sueño niño
un pasaje de ida y mi guitarra
es todo el equipaje con que sigo…
Para Aníbal Alegre, (Tohoio) amigo de mi infancia tan feliz, allá en Mercedes…
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